LA GRAN MADRE

En esos tiempos antiguos, de hecho, la Gran Madre, la Señora de las Bestias, era la Tierra fértil que había dado la vida a todo. Ella era, casi con total seguridad, la primera de los dioses y la más poderosa de ellos.

La Diosa y su poder eran realidades que todo lo impregnaban y que se reflejaba en sus hijas. Las mujeres se reconocían sabias, profundas, libres, fuertes, conocedoras de los misterios de la Vida y de la Muerte. Y, ellas mismas, como carne de la diosa que daba Vida eran reconocidas como su instrumento; su encarnación.

Las mujeres tenían una Diosa y se sabían diosas. Y, en eso, se cimentaba la imagen que tenían de sí mismas y aquello que se decían que era bueno y valioso en ellas. Y no solo ellas, también sus compañeros las celebraban así.

Imagina que eres una mujer prehistórica, prepatriarcal, adoradora de la Gran Madre. Cazadora, libre, dueña de tu cuerpo, capaz de subsistir, creadora de lazos de cooperación y cuidado en tu tribu.

Escribe ahora, solo para tí, como crees que sentirías como esa mujer libre, salvaje, cazadora, en conexión con la Naturaleza, con tus hermanas y hermanos, con tu cuerpo. Eres valiosa para tu pueblo y para la Vida.

Sin embargo, esto, en un momento dado de la Historia, cambió. Los seres humanos descubrieron muchas formas de ser más prósperos, de controlar la naturaleza, pero también se apartaron de ella y quisieron, igual que la domaban, domar a las mujeres salvajes y fuertes y convertirlas en sus siervas y apropiarse del fruto de sus vientres.

Y la Gran Madre dejó de ser la gran diosa principal y se escindió en otras muchas diosas que, sin embargo, siempre guardaban un recuerdo de aquel poder inmenso y aquel conocimiento ancestral aunque tapado por el reflejo de lo que la sociedad patriarcal esperaba de ellas. 

La llegada de los dioses patriarcales no borró por completo a la Gran Madre Tierra y a sus hijas las diosas, pero transformó algunas de sus antiguas leyendas en otras que, quizá, las difuminan pero también nos descubren los arquetipos de diosas con los que nos podemos identificar y en los que nos podemos empoderar.

Las diosas de los panteones paganos siguen hablándonos de aquel poder y conocimiento mágico y místico que tenemos a nuestro alcance las mujeres y también nos hablan de las formas en las que nos desarrollamos, los papeles que tomamos y las funciones que cumplimos. Ellas tienen un mensaje para nosotras; un mensaje que es una puerta a la sabiduría y al empoderamiento.

Por eso, en Arquetipos de la Diosa, vamos a conocerlas, una a una, explicando sus mitos, tanto aquellos más antiguos que podemos rastrear en los escritos y leyendas, como esos otros que han transmitido los autores del mundo clásico. Pero, sobre todo, vamos a ahondar en su significado, en lo que nos enseñan; en cómo cada una de ellas, incluso cuando han sido condenadas a papeles en el mundo del panteón patriarcal, tiene una fuerza enorme. Nos podemos identificar, nos podemos nutrir y podemos crecer, pues cada diosa es un arquetipo que nos muestra un camino de libertad.